Sic transis
Nací en Uruguay, pequeño país enclavado en Sud America, una cuña que separa las dos potencias de sur.
En un país con una economía de base agropecuaria, ( primordialmente de exportación), la carne hizo florecer los frigoríficos y la lana las textiles.
No pudimos evitar las dictaduras de los setentas, y vivimos muchos años de oscurantismo bajo la bota militar, durante los cuales se perdieron las fuentes de trabajo y los derechos laborales obtenidos en la época de la Suiza de America, y vivimos una fuerte crisis económica.
Fué en ese contexto en el que algunos lograron vender la fuerza de trabajo de las mujeres que tejían "para exportacion" en condiciones a veces angustiantes, toda la noche a la luz de una vela, en ranchitos de terron, en el medio del campo.
A mi me tocó organizar a la gente para "sacar" las producciones, enseñar a tejer, trabajar en conjunto con los diseñadores o compradores ( casi siempre de USA) para crear las muestras que se venderían, hacer control de calidad, hacer las recetas y diagramas, en fin, lograr tener los pedidos en tiempo y forma.
Lo que comenzó siendo un hobby que disfrutaba mucho terminó siendo una profesión que me dió muchas satisfacciones.
El tejido a mano siguió el camino de los demás productos en el mundo y los compradores se desplazaron a China, donde las producciones son más grandes, más rápidas y más baratas.
Si bien disfruté mucho de este trabajo, el hacer de intermediario con el que se apropiaba de la ganancia, el tejer el diseño de otra persona y el supervisar un trabajo repetitivo y mal pagado, que la mayoría de las tejedoras hacía como una condena de la que no se puede escapar, no me permitía sentir el placer de crear libremente como lo estoy haciendo en este momento, tejiendo sin ninguna obligación, por el simple placer estético.
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